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sábado, 23 de abril de 2011

Batman de Jon Ritman

En uno de los primeros artículos de este blog comenté que aunque no fueron mis inicios como jugador, Super Nintendo marcó mis preferencias como ningún otro sistema. En este artículo me remonto de veras a mis primeros pasos como jugador, a aquel maravilloso Amstrad CPC 464 de cassette con monitor de fósforo verde. Por suerte o por desgracia, no disfruté en su momento de las consolas de 8 bits, por lo que tengo una visión algo parcial de lo que fue aquella época, centrada en los clásicos de Amstrad y Spectrum. Visto desde la distancia, no cambiaría ni un ápice de mi trayectoria como jugador, ya que ambos microordenadores me depararon clasicazos que todavía no he olvidado.
A lo largo de los próximos meses y como ya anticipé a la hora de presentar el blog, iré alternando junto al cuerpo principal de lucha, clásicos de Nintendo, juegos de 8 bits y alguna que otra curiosidad interesante enmarcada en la etiqueta de frikadas. Mi primer repaso de 8 bits se centra en el Batman de Jon Ritman y Bernie Drummond, publicado por Ocean en el año 1986.

Nos encontramos ante una aventura con perspectiva isométrica, o como se denominaba en aquella época, con técnica Filmation, habitual de Ultimate Play the Game (la precursora de Rareware). El propio Ritman reconoce en su página web oficial que una vez entregado el máster de Match Day a Ocean decidió crear un título con esta técnica, impresionado por la calidad de Knight Lore.

Batman debe explorar un inmenso mapeado formado por 150 habitaciones distribuidas en nueve niveles en busca de Robin, secuestrado por Joker y Riddler. Comenzando desde la baticueva debemos localizar diversas partes de nuestro equipo como las batibotas, el baticinturón y la batimochila para poder emprender la búsqueda del baticraft, que nos permitirá escapar definitivamente.

La jugabilidad mezcla la exploración con los puzles para conseguir superar los peligros mortales. Nuestro héroe no combate y muere prácticamente ante cualquier contacto con enemigos y ciertos objetos. Existen puntos de salvado y gozamos de un control tan simple como el formado por las flechas de dirección del cursor para movernos y dos botones de acción: uno para saltar y otro para acarrear objetos. La paciencia se convierte en una virtud esencial para conseguir progresar.


Con una mecánica tan simple, con una estética absolutamente adorable y con un apartado sonoro bastante simpático, podemos aseguraros que a los jugadores de la época se nos pasaban las horas muertas. Cada habitación se convertía en un desafío, disponíamos de una libertad de exploración "bastante" considerable, pudiendo alterar el orden programado en algunas áreas al realizar saltos medidos en las zonas de mayor caída vertical que funcionaban como enormes comunicadores. Personalmente y aunque deba reconocer que es un comentario que combina subjetividad y objetividad, se trata de unos de los mejores juegos de Spectrum/Amstrad y es quizás junto a La abadía del crimen, el clásico que recuerdo con mayor cariño.

El dueto desarrollador depuraría este producto publicando el mítico Head over Heels, que junto a los títulos de Ultimate: Knight Lore y Sabrewulf, las aventuras de Ocean: Where time stood stills y The Great Escape y el inconmensurable La abadía del crimen de Opera Soft, pueden considerarse como los mejores representantes del género de aventuras con perspectiva isométrica.

No queremos finalizar el artículo sin dejaros este curioso enlace, en el que podréis descubrir un cuidado remake del original de Ritman y Drummond:

Remake para Windows

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