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domingo, 15 de mayo de 2011

Super Mario World

Pese a los años que llevo dedicados a la satisfactoria tarea de escribir textos relacionados con videojuegos, todavía hay ciertos títulos que me imponen bastante respeto. Sin duda Super Mario World es uno de esos juegos que hacen que me tiemble el pulso ante el miedo de no estar a la altura. Situado en mi Olimpo particular de los videojuegos, trataré de exponer resumidamente los detalles que me llevan a ubicarlo en esa posición.


Ya he comentado en más de una ocasión un pecado de juventud. Iluso de mí, quedé absolutamente prendado de las bondades de Street Fighter II: The World Warrior para Super Nintendo (algo por otra parte perfectamente comprensible) y subestimé y dejé aparcado al segundo cartucho del Super Pack: Super Mario World. Tengo también que reconocer que durante mi breve período de tiempo de jugador invitado de Super Nintendo, hasta que conseguí mover los hilos para hacerme con mi propia consola, los escasos momentos compartidos con Super Mario World se convirtieron en una sucesión de rápidas y cómicas muertes.



Si tengo que definir los aspectos clave que determinan que un plataformas consiga el éxito sin duda la precisión del control resulta vital y ocuparía el primer puesto. De nada serviría tener una buena cantidad de ases en la manga para triunfar si no podemos manejar a nuestro personaje con total soltura y precisión. La curva de dificultad de un plataformas también es importantísima, ya que una excesiva dificultad o un relajado diseño de dificultades puede tirar abajo los cimientos más sólidos. La cantidad de niveles y la variedad de situaciones diferencian a un buen juego de un megahit.



El diseño de habilidades del personaje tiene un papel protagonista en la rejugabilidad, ya que nos permite tanto afrontar la superación de los desafíos de formas creativas y variadas, como un diseño de niveles y dificultades por parte de los desarrolladores más variado. La existencia de secretos que nos obliguen a explorar milimétricamente cada escenario y la presencia de unos jefes de mundo que destaquen por sus patrones de ataque y su variedad ponen la guinda al conjunto, aunque no debemos olvidarnos de que la vista y el oído juegan un papel muy importante a la hora de obtener el calificativo de obra de arte.




Si pienso en todos estos detalles y le aplico la prueba del algodón a Super Mario World, entiendo bastante la posición privilegiada que ocupa esta creación de Shigeru Miyamoto. Debemos tener en cuenta el factor nostalgia, que indefectiblemente marca al jugador y también y de forma muy importante la existencia de Super Mario Bros. 3, juego que sin duda debe considerarse como una evolución más notable que la presentada por Super Mario World. Pese a todo y de forma totalmente subjetiva considero que Super Mario World pule hasta el extremo todos y cada uno de los detalles que llevaron a Super Mario Bros. 3 al estrellato, rozando con los dedos la perfección.



No se puede decir que Super Nintendo no contó con exponentes de máximo nivel en el género. La trilogía Donkey Kong Country impactó de forma brutal mediante su técnica gráfica ACM. Super Mario World 2 contó con la ayuda del chip Super FX2 para presentarnos unos gráficos deliciosos que mostraban algunas rotaciones y deformaciones de gran nivel. Sólo Sonic de Megadrive podía compararse a estos títulos y contaba con la ventaja de un desarrollo frenético y una velocidad que exprimía al máximo la potencia de la 16 bits de Sega. Aún teniendo en cuenta todos estos detalles y teniendo también presente que se publicó un recopilatorio llamado Super Mario All-Stars que nos permitía disfrutar de una versión técnicamente actualizada de Super Mario Bros. 3, me quedo con Super Mario World como mejor plataformas 2D del Cerebro de la Bestia. Te expongo las razones.



Hablando del control tengo que decir que manejar a Mario en todas y cada una de las situaciones presentadas resulta una auténtica delicia. Tanto la posibilidad de frenar al fontanero en un baldosín como medir al milímetro todos y cada uno de los saltos hacen que cualquier dificultad sea asumible y eso que el juego presenta algunos retos importantes como las fases del mundo especial: Outrageous y Tubular, y algunas de las últimas fortalezas y casas fantasma. Nadar, progresar por las plataformas de raíles mientras esquivamos las sierras móviles, esquivar a los Boo de las Casa Fantasma, acabar con los Rezno de las fortalezas, flotar inflados cual globo y montar sobre Yoshi nos hacen disfrutar como enanos.

El diseño de niveles es sencillamente mágico. Tanto por la variedad de situaciones como por la ubicación de secretos y retos. La curva de dificultad resulta moderadamente exigente, aunque es cierto que conseguir superar los 96 niveles no es uno de los desafíos más complicados que hayamos tenido que superar durante nuestra vida como jugador. Contamos con Fortalezas, Casas Fantasma, Palacios del Switch, metas secretas, accesos al Mundo Especial, atajos del Mundo Estrella, Castillos, mundos acuáticos, mundos aéreos, niveles de scroll forzado y fases repletas de enemigos en las que incluso el escenario trata de atraparnos y conducirnos a una muerte segura.

El juego cuenta con una serie de mundos temáticos absolutamente mágicos, con un mundo extra de una dificultad más elevada, con niveles con varias metas que elevan el contador de fases superadas e incluso un nivel super secreto. 96 fases que debo reconocer que he superado en más de una decena de ocasiones. Tengo que comentar a nivel anecdótico que dada mi afición al baloncesto NBA, en mi casa aprovechábamos cada All-Star Game y cada concurso de Mates y Triples para ver hasta dónde podíamos avanzar antes de que se desataran las hostilidades. El juego es increíblemente rejugable, no importa las veces que lo hayas jugado, ya que el diseño de secretos y de niveles conseguirán que cada dos por tres quieras disfrutar de nuevo con los encantos del fontanero.

Las habilidades de Mario son bastante solventes. Debemos destacar por encima de todo el estreno del dinosaurio Yoshi, un personaje totalmente adorable que nos permite comernos a los enemigos y en función del color del dinosaurio que montemos, acceder a una serie de habilidades. El traje de Mario con capa sustituye al Mapache de Super Mario Bros. 3. Disponemos de un Mario de fuego y también de un ítem que infla temporalmente a nuestro fontanero para acceder a niveles superiores.

Si las habilidades de nuestro personaje son bastante carismáticas, debemos definir a los enemigos de este título como imprescindibles. Tanto los koopalines, los hijos de Bowser que ejercen de jefes finales de mundo, como las criaturas que han desembarcado en Dinosaur Land son un prodigio de talento e inspiración. Los Bullet Bill que adornan una de las ilustraciones del artículo, Goomba, Koopas, Thwomp, Reznos, Monty Mole, Magikoopa, Lil' Sparky, Lakitu y tantos y tantos enemigos conseguirán hacernos esbozar más de una sonrisa.

Todos estos apartados resultan casi perfectos, potenciado con una cantidad que no afecta para nada a los niveles de calidad. Además contamos con unos apartados técnicos sensacionales. Si bien el motor gráfico de Super Mario World no destaca en exceso por la aplicación de técnicas que demuestren un salto generacional acusado respecto de la NES de 8 bits, sí que los mencionados diseños de enemigos y niveles unidos a una total fluidez y al aderezo del MD7 consiguen redondear un apartado bastante sólido y muy entrañable.

La banda sonora del juego sí que puede definirse como una auténtica obra de arte. Las composiciones de Koji Kondo son excepcionales, totalmente pegadizas. Los efectos de sonido encajan a la perfección con el universo Mario y terminan de redondear una producción inmejorable. Shigeru Miyamoto y su equipo consiguieron con este cartucho engrandecer la figura de Super Nintendo y conseguir alcanzar unas cotas de calidad que provocaron que no apareciera un Mario 2D como tal (Super Mario World 2 casi podría definirse como spin off), hasta la publicación de New Super Mario Bros. para Nintendo DS. Personalmente pienso que tanto este juego de DS como la versión de Wii, pese a tratarse de juegos notables, palidecen en la comparativa respecto al juego de Super Nintendo. 

Sí que existe más debata al enfrentar a este juego de 16 bits con su predecesor de 8 bits: Super Mario Bros. 3. Sin duda el factor nostalgia hará que ambos bandos se decanten hacia el juego que jugaron primero, pero de nuevo debo decir que considero a la versión de Super Nintendo como más fina y pulida.

Poco más puedo aportar, sin duda recomiendo a cualquier jugador que deambule por Dinosaur Land, con sus emblemáticos Vanilla Dome, Cookie Mountain, Forest of Illusion, Chocolate Island y Donut Plains, entre otras zonas, para entender la importancia superlativa de la mascota de Nintendo.

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